Por: Prof.Alberto Neirot
Profesor de Historia Constitucional
Argentina – Facultad de Derecho U.N.Rosario.
Profesor Seminario General – Facultad de Humanidades y Artes –
U.N.Rosario.
15 de Mayo, 2012.
Vuestra obra me impactó
notoriamente. No solo desde lo emotivo, sino desde lo racional del relato.
Emotiva, pues introdujeron y
narraron una temática sin caer en la tentación de la sensiblería y los golpes
bajos, que, aunque en si misma la historia emociona, la trataron con mucha
altura.
También, estimo, fue un
acierto, comenzar la obra,
describiendola ustedes desde su lugar y dejando claro, que desde allí
construían el relato.
No fue necesario, adjetivar,
anatemizar, demonizar, solo relatar los hechos y contextos. Incluso, rescato,
una sutil toma donde focalizan en los ojos "diabólicos" de
Atartuk.Excelente.
Lo emotivo aflora en toda la
obra.
Pero, no es menor, la
racionalidad del relato. La edición de las tomas, las secuencias de la
historia, lo cual, constituye desde lo histórico, una construcción fílmica,
ajustada a la verdad y sin fisuras.
Las entrevistas a los familiares,
la austeridad del abuelo, que es la austeridad de los inmigrantes que
edificaron esta nación, la evocación y homologación al holocasuto judío, que
rememora un primo vuestro. Porque hay que decirlo claro, el pueblo Armenio,
sufrió otro holocausto, y por diversos motivos, salvo en los últimos años, no
fue homologado de igual forma al hebreo. Un muerto producto de un genocidio, no
reconoce nacionalidad.
Finalmente, quiero rescatar a los
testimoniantes.
Los historiadores e
investigadores en temas sociales, sabemos, que cuando encaras una tarea de este
tipo, el testimoniante es todo. Puede ayudar o no.
Uno de ellos, Miguel es
extraordinario, por la lucidez, formación y
fundamentación de cada palabra que dice, desde la contención de lo
emotivo, pero apelando a los hechos históricos. Sin apelar a frases hechas o
lugares comúnes- Es un docente explicando el genocidio armenio.
Creo que la escena final, donde
muestra la valija del abuelo y las lágrimas de Delfina, nieta de Guiragos,
define conceptualmente todo el relato por lo coherencia interna del mismo. Un
hallazgo, el haber dejado esa escena.
