El
pueblo armenio es uno de los pueblos más antiguos de la historia, tras
4500 años de historia, y a pesar de múltiples dominaciones extranjeras,
y de
las opresiones más bárbaras de las que ha sido objeto, como las
prácticas sistemáticas de aniquilamiento perpetuadas por el Imperio
Turco-Otomano que culminaron en el Genocidio Armenio entre 1915 y 1923,
han podido mantener intacto su cultura, sus tradiciones, su lengua.
En
1917 la revolución rusa trajo como consecuencia un gran desorden
político en el imperio, esta coyuntura permitió que los armenios
declararan su independencia el 28 de mayo de 1918 con una fuerte
impronta progresista. Está llevó a la práctica políticas públicas
avanzadas para la época.
En
los dos años siguientes, la República de Armenia comenzó a sentar la
base de un Estado nacional. El resurgimiento del nacionalismo turco
provocó una guerra entre Turquía y Armenia, en la que esta última fue
derrotada en 1920. En diciembre de ese año, tras nuevas pérdidas
territoriales, Armenia fue incorporada a la Unión Soviética.
El
período de Gorbachov en los años 80, se caracterizó por la tensión
desarrollada entre Armenia y Azerbaiyán con respecto a la región de
Alto Karabaj.
A
fines de 1980, el malestar y tensión popular puso de manifiesto el
deseo por la independencia de Armenia, luego de más de 70 años el pueblo
armenio encontró las condiciones para convertirse en la tan añorada
República.
El
21 de septiembre de 1991 los ciudadanos armenios votaron a favor de la
independencia de Armenia y el 23 del mismo mes se declaró a Armenia
Estado soberano e independiente. Levón Ter-Petrosian fue elegido
presidente de la nueva república que en 1992 entró en las Naciones
Unidas.
